"Anoche soñé que volvía a Manderley..." así comienza Rebeca una película de 1940 dirigida por Alfred Hitchcock, ganadora de dos Oscar (mejor película y mejor fotografía) de los once a los que estuvo nominada. Esta es la única película de Hitchcock que ha recibido tal galardón.
Basada en la novela de Daphne du Maurier narra la historia de una joven, interpretada por Joan Fontaine, que se enamora de Maxim de Winter (Laurence Olivier) un rico terrateniente atormentado por la muerte de su primera esposa: la omnipresente Rebeca. Su nueva vida como mujer casada no resulta fácil, pues debe enfrentarse al "fantasma" de la anterior señora de Winter, con la que se la compara constantemente, especialmente por el ama de llaves la señora Danvers fantásticamente interpretada por Judith Anderson.
La señora Danvers no permitirá que la nueva señora de Winter, cuyo nombre nunca se menciona en la película, sea feliz. Para ello, constantemente hace referencia a la belleza de Rebeca, al estilo de Rebeca, a la elegancia de Rebeca, a las costumbres de Rebeca... Pronto otros personajes nos descubrirán un pasado oculto de Rebeca que nos muestra una mujer fría, sin escrúpulos, con una fuerte personalidad capaz de alcanzar siempre sus objetivos. Uno de estos personajes es Jack Favell (George Sanders), un primo de Rebeca que no dudará en recurrir al chantaje para obtener un beneficio económico.
Este chantaje, un accidente marítimo fortuito, la investigación y el proceso reabiertos por la muerte de Rebeca nos llevarán a un conocimiento completo de los hechos que acontecieron la noche en la que Rebeca murió. Sorprende que en ningún momento el personaje de Rebeca se materializa, pero sin embargo, su presencia nos envuelve como la bruma que llena los exteriores de la película.
Destaca que todos los personajes son moralmente censurables en mayor o menor medida, y cómo la justicia no siempre puede llegar al fondo del asunto, aunque para entenderlo es necesario ver la película (o leer la estupenda novela en que se basa).
A pesar de la escasa relevancia de la segunda señora de Winter, su vestuario se puso de moda en la época, sobre todo en lo que se refiere a las chaquetas de punto sin cuello que a partir de ese momento comenzaron a denominarse rebecas (a pesar de que la actriz no interpretaba a Rebeca).
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