Tres películas, una para cada uno de los lemas de la República Francesa. En cada una de ellas predomina uno de los colores de la bandera de Francia (Enlace al catálogo de la UAM).
En azul, la protagonista Julie (Juliette Binoche) pierde a su marido y a su hija en un trágico accidente de coche, a partir de ese momento decide deshacerse de todas sus posesiones y empezar una nueva vida alejada del pasado. Sin embargo sus anhelos no pueden cumplirse puesto que constantemente se encuentra ante situaciones que le evocan la obra inacabada de su marido, un gran compositor, del que conocerá los entresijos más turbios de su vida tras su muerte.
En azul, la protagonista Julie (Juliette Binoche) pierde a su marido y a su hija en un trágico accidente de coche, a partir de ese momento decide deshacerse de todas sus posesiones y empezar una nueva vida alejada del pasado. Sin embargo sus anhelos no pueden cumplirse puesto que constantemente se encuentra ante situaciones que le evocan la obra inacabada de su marido, un gran compositor, del que conocerá los entresijos más turbios de su vida tras su muerte.
En blanco, vemos un complicado entramado amoroso que comienza con un proceso de divorcio en el que el protagonista, Karol (Zbigniew Zamachowski), lo pierde todo e inicia una cruzada en la que finge su propia muerte para inculpar a su ex mujer (Julie Delpy) a la que, a pesar de todo, sigue amando desesperadamente.
Rojo, es una historia de amistad entre un juez retirado (Jean-Louis Trintignant) y una joven modelo, Valentine (Irène Jacob). El juez se caracteriza por la observación (ilícita eso sí) que le lleva a un conocimiento profundo de la forma en la que actúan las personas. En la película se nos muestra una historia que aparentemente no guarda relación con la trama pero de la que después veremos el paralelismo con la del veterano juez.
El director recurre a los fundido en negro, especialmente en la película “Azul”, para evocar recuerdos. Fundidos que se encuentran entremezclados con la música que envuelve al espectador en una magistral composición sonora (en las tres películas) de Zbigniew Preisner.
Técnicamente la elección de tres colores para cada una de las películas puede resultar arriesgada, pero en este caso el director es capaz de hilvanar perfectamente el argumento de las películas con su color. Así destaca que el único objeto que Julie conserve de su pasado sea una lámpara azul y que utilice la natación en una piscina completamente turquesa para evadirse de la realidad. En blanco es la nieve y el frío de las calles de Varsovia los que reflejan el color que da título al film. Por último, el rojo del collar de una pastor alemán que actúa como nexo y sin la cual no se daría la relación de amistad entre los dos protagonistas. O el rojo de envoltorio del licor de pera, de los billetes del ferri o del cartel gigantesco en el que aparece la fotografía de la joven modelo cuya imagen cierra esta trilogía.
A pesar de lo que pudiera parecer, se trata de tres historias inconexas entre sí, salvo por la aparición de una anciana que pretende tirar una botella de vidrio en un contenedor y por el final de la última entrega de la trilogía, en la que se resuelven las dudas suscitadas en el final de las tres películas.
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