SINOPSIS
Una noche de invierno, una mujer, Pilar (Laia Marull), sale huyendo de su casa. Lleva consigo apenas cuatro cosas y a su hijo, Juan (Nicolás Fernández Luna). Antonio (Luis Tosar) no tarda en ir a buscarla. Pilar es su sol, dice, y además, “le ha dado sus ojos”... A lo largo de la película, los personajes irán reescribiendo ese libro de familia en el que está escrito quién es quién y qué se espera que haga pero en el que todos los conceptos están equivocados y donde dice hogar se lee infierno, donde dice amor hay dolor y quien promete protección produce terror.
Una noche de invierno, una mujer, Pilar (Laia Marull), sale huyendo de su casa. Lleva consigo apenas cuatro cosas y a su hijo, Juan (Nicolás Fernández Luna). Antonio (Luis Tosar) no tarda en ir a buscarla. Pilar es su sol, dice, y además, “le ha dado sus ojos”... A lo largo de la película, los personajes irán reescribiendo ese libro de familia en el que está escrito quién es quién y qué se espera que haga pero en el que todos los conceptos están equivocados y donde dice hogar se lee infierno, donde dice amor hay dolor y quien promete protección produce terror.
NUESTRA CRÍTICA
En ocasiones hay películas cuyo valor objetivo va mucho más allá de la brillantez de su puesta en escena o de un envoltorio formal más o menos cuidado y reside en la importancia de la temática que trata o en la valentía de atreverse a mirar desde ángulos insospechados las muchas miserias que se esconden en nuestra vida cotidiana. En el cine español tenemos unos cuantos ejemplos recientes ("Solas" de Benito Zambrano o "Los Lunes al Sol” de Fernando León de Aranoa) de películas que extraen de la realidad del día a día y de la atención al pequeño detalle. Una actitud vital y un fuerte compromiso moral que no aboga tanto por los grandes e inalcanzables ideales como por poner la cámara bien asentada en la tierra y, con humildad, retratar certeramente la dificultad del vivir diario.
"Te Doy mis Ojos" se revela como una película que provoca un alto grado de incomodidad en el espectador, posiblemente porque Bollaín es perfectamente consciente de que no necesita mostrar la violencia en sí y ni mucho menos recrearse morbosamente en ella, sino que le basta con mostrar sus consecuencias y dejar que el espectador ate los cabos por sí mismo con la información que todos disponemos sobre este tema. La violencia doméstica que Bollaín retrata en "Te Doy Mis ojos" es siempre mucho más sugerida que vista, pero está tratada con tal contundencia que convierte la experiencia de ver la película en algo realmente incómodo y difícil de soportar. No hay sangre, no hay golpes, pero sí hay una destrucción sistemática del yo interior de Pilar.
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